Lecciones positivas del brote de ébola para el sistema de vigilancia epidemiológica


63º Congreso de la Asociación Española de Pediatría

El mundo se ha convertido en un lugar muy pequeño como consecuencia de la globalización. Cada día miles de personas cruzan las fronteras geopolíticas por diferentes motivaciones, sirviéndose de todos los medios de transporte; tanto en situación legal como de manera clandestina. Este fenómeno indudablemente puede tener consecuencias sobre la salud, tanto de los que se desplazan como de los que reciben al viajero.

Según explica la doctora Milagros García-López Hortelano, especialista de la Unidad de Pediatría Tropical, Adopción Internacional y Consulta del niño viajero del Hospital La Paz-Carlos III (Madrid), con motivo su participación en el 63 Congreso de la Asociación Española de Pediatría (AEP), “a raíz de la emergencia sanitaria del ébola hemos aprendido muchas lecciones, sobre todo derivadas de lo beneficioso que es para todos los países trabajar en colaboración y con una buena coordinación. Durante los días que duró la alerta hubo un trabajo muy intenso en el que aprendimos nosotros y aprendieron los demás. Diseñamos protocolos específicos para niños que actualizábamos y difundíamos entre el personal casi a diario y se están subsanando los puntos débiles que se encontraron en la cadena asistencial por si un caso así volviera a producirse".

Y es que “los patógenos no conocen fronteras y ahora todos somos vecinos; compartimos el mismo espacio. Hay que tener en cuenta esta realidad y no podemos decirle a la gente que no viaje. La solución es no darle la espalda a la realidad, informar sobre los riesgos, facilitar el acceso a las soluciones y estar vigilantes para, llegado el caso, poder actuar con eficacia y sin caer en dramatismos", señala. Así, afirma que el balance después de los casos de ébola que se manejaron en nuestro país es positivo.

En representación de su colectivo, García-López Hortelano defiende el buen funcionamiento del sistema de vigilancia epidemiológica de nuestro país no solamente para el ébola, sino para otras enfermedades denominadas emergentes. Por este motivo, siguen muy de cerca la evolución del virus africano, recientemente controlado en Liberia y en claro descenso en Guinea y Sierra Leona, además de sus secuelas para conocer los potenciales riesgos que puede sufrir la población española.

"En los países que han sufrido esta última epidemia de ébola, los pacientes que han sobrevivido o los que han tenido algún caso en la familia se han convertido en “mal vistos”. La gente tiene miedo de acudir a los hospitales y centros sanitarios, así que ante un cuadro febril se quedan en casa; por lo que esperamos un aumento de los casos de malaria ya que no pueden acceder al  tratamiento adecuado", vaticina la especialista.

Más allá del ébola

Además del ébola, patógenos como sarampión, el dengue, el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS) o el chikungunya están en el punto de mira de los profesionales españoles.

En el caso del chikungunya, una enfermedad vírica transmitida por los mosquitos Aedes aegypti y Aedes albopictus, cabe recordar que en 2007 se declararon 197 casos en el nordeste de Italia y que en octubre de 2014 se registraron cuatro pacientes que adquirieron la infección en Montpellier (Francia).

"Estos mosquitos, que también pueden transmitir el dengue ya se encuentran en la cuenca mediterránea, concretamente en Cataluña", refleja la doctora García-López Hortelano, que también manifiesta la preocupación de los especialistas con respecto al sarampión. "Ha habido miles de casos en Europa y en febrero se produjo un brote en el parque Disneyland de California que afectó a muchas personas que después de estar en este lugar de ocio se repartieron por 14 estados en EEUU".

Enfermedades infecciosas dentro de nuestras fronteras

Por otro lado, y al hilo de estos brotes de sarampión en Europa, así como del caso del niño ingresado en el Hospital Vall d'Hebron (Barcelona) por difteria, los pediatras reunidos en Bilbao han querido matizar que "estos casos no se deben a la movilidad de las personas, ni a la inmigración, sino que se trata de personas que voluntariamente deciden no vacunar a sus hijos, que acaban enfermando por causas que estaban prácticamente erradicadas y contagiando a su entorno", relata la experta.

De hecho, los datos apuntan a que debido a los miles de casos de sarampión declarados en varios países de Europa en los últimos dos años se va a dificultar extraordinariamente el cumplimiento del objetivo de la OMS de erradicar esta infección en el año 2016.

En este sentido, los pediatras reivindican la seguridad y eficacia de las vacunas, productos que han sido probados en poblaciones amplias durante largos periodos de tiempo con unos efectos secundarios que se ven claramente superados por los beneficios que aportan no solo a los niños y a su entorno más próximo, sino también al resto de la sociedad.

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