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Dolor en los pezones. Grietas

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Escrito por Carolina González González, Comité de Lactancia Materna de la AEP y
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Comité de Nutrición y Lactancia Materna

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Contenido del artículo

Amamantar no duele. Si la madre nota dolor al dar el pecho debe consultar para evitar que se produzcan grietas

¿Qué son las grietas?

El amamantamiento no produce dolor. Puede existir un dolor inicial o transitorio del pezón, los primeros días tras el parto, pero su persistencia indica la existencia de un problema.

Si la madre tiene dolor en los pezones o éstos tienen grietas, lo más probable es que se deba a un mal agarre del bebé al pecho. Es importante buscar ayuda para identificar precozmente la causa del problema y corregirla, ya que tanto el dolor como las grietas en el pezón (y muchas veces ambos ocurren simultáneamente) pueden ser motivo de abandono de la lactancia materna.

¿Cuál puede ser la causa?

  • El agarre inadecuado del pecho es la causa más frecuente. El enganche es correcto cuando la boca del bebé está bien abierta, abarcando el pezón y gran parte de la areola, el labio inferior está evertido, con toda la boca haciendo ventosa, sin producir dolor. La barbilla y la nariz están pegadas al pecho, los carrillos permanecen hinchados y no se retraen. El enganche incorrecto puede deberse a una mala posición del bebé al mamar, problemas anatómicos maternos (pezón plano o invertido, ingurgitación del pecho) que dificultan el agarre o problemas anatómicos del bebé (frenillo sublingual corto o a una mandíbula retraída).
  • Traumatismo sobre el pecho que puede producirse por múltiples razones: mal agarre continuado, lavado frecuente del pecho con agua y jabón, humedad retenida (por ejemplo por el uso de discos protectores si no se recambian frecuentemente), retirada brusca del bebé cuando aún está succionando (si el bebé está succionando y se le quiere retirar del pecho no hacerlo bruscamente estirando el pezón, deslizar un dedo por la comisura labial para romper el vacío sobre el pecho), uso incorrecto de la bomba extractora (colocación asimétrica o copa de tamaño inadecuado).
  • Dermatitis por el uso de sustancias irritantes.
  • Infecciones (por hongos o bacterias). En estos casos a menudo el dolor continúa tras finalizar el amamantamiento.
  • Fenómeno de Raynaud, fenómeno vascular que se manifiesta por blanqueamiento de la piel del pezón y dolor ardiente, seguido de cambio de color a morado o rojo, antes de recuperar el color habitual.

¿Cuándo consultar?

Si se produce dolor durante la toma de manera persistente que no mejora al intentar corregir la posición del bebé y de la madre o si se observan grietas en el pezón, ha de consultarse rápidamente.

Las grietas, y por tanto el dolor, pueden tardar en mejorar unas 48 horas tras instaurar las medidas de manejo.

¿Cómo se puede prevenir?

Es importante la información prenatal sobre la lactancia materna, para desterrar falsos mitos relacionados con ella. El dolor en los pezones no se relaciona con la duración ni con la frecuencia de las tomas. El examen prenatal del pecho también puede ayudar.  Lo fundamental es:

  • Asegurar una correcta posición y sellado del niño al pecho. Antes del alta hospitalaria tras el parto, el personal sanitario comprobará que la toma se produce con un correcto agarre.
  • Evitar el uso de chupetes durante el primer mes de vida para prevenir la confusión tetina-pezón.
  • Evitar el lavado del pecho antes y después de cada toma, así como la aplicación de cremas o pomadas. Si se lava el pecho frecuentemente, la secreción fisiológica protectora que excretan las glándulas que existen alrededor de la areola (glándulas de Montgomery) se pierde, exponiendo al pecho a la irritación. Es suficiente con la limpieza del pecho una vez al día coincidiendo con la ducha diaria.
  • Evitar la humedad. Se debe mantener el pecho seco y aireado entre tomas. Si se usan discos protectores para evitar mancharse la ropa, deben cambiarse frecuentemente. Puede
  • ser útil el uso de conchas protectoras con orificios que permiten airear la piel del pezón.

¿Cómo se puede tratar?

El mejor manejo son las medidas de prevención para evitar la aparición de grietas. Si la lesión ya se ha producido, solicitar ayuda para identificar precozmente la causa (se requerirá explorar el pecho, el bebé y observar una toma), corregirla y facilitar la curación de la piel.

  • Conseguir una buena posición del niño al pecho. Insistir en que la boca realice un buen sellado, abarcando el pezón y parte de aréola manteniendo el labio inferior evertido.
  • Puede ser útil si el dolor es muy importante, empezar la toma por el pecho menos afectado, para evitar que la succión inicial (habitualmente más vigorosa) se realice en el pecho más dolorido.
  • Aconsejar las tomas frecuentes, para evitar la ingurgitación mamaria que empeoraría la situación.
  • Si el dolor es muy intenso, el uso de pezoneras puede ser útil de forma transitoria. Ha de escogerse la del tamaño adecuado al tamaño de la mama y retirarlas en cuanto se resuelvan las grietas.
  • Si a pesar de las medidas previas, el dolor al mamar es muy importante, puede realizarse extracción manual de la leche del pecho afecto para mantener la producción hasta que la grieta cicatrice.

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La información ofrecida en En Familia no debe usarse como sustituta de la relación con su pediatra, quien, en función de las circunstancias individuales de cada niño o adolescente, puede indicar recomendaciones diferentes a las generales aquí señaladas.

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  • Lactancia Materna
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Analgesia o tratamiento del dolor en los niños

Para tratar el dolor de los niños adecuadamente hay que hacerse dos preguntas: ¿Cuánto le duele? ¿Qué clase de dolor es? Introducción Las medicinas que se usan para tratar el dolor se llaman analgésicos y algunas de ellas sirven también para tratar la fiebre. ¿Cómo se trata el dolor? Para tratar el dolor de los niños adecuadamente hay que hacerse dos preguntas: ¿Cuánto le duele? Es la parte más difícil, sobre todo cuanto más pequeños son los niños. Por eso, los médicos y las enfermeras utilizan escalas que ayudan a evaluarlo. El dolor se clasifica en leve, moderado e intenso. ¿Qué clase de dolor es? Se puede diferenciar principalmente el dolor debido a una inflamación del resto de tipos de dolor. La inflamación se produce tras golpes y muy frecuentemente en las infecciones de garganta u oídos. Y en casa, ¿qué se puede hacer? En casa se utilizarán los analgésicos más comunes (paracetamol e ibuprofeno), ya que son fármacos bien conocidos y la mayoría de los padres están habituados a emplearlos para tratar la fiebre de sus hijos. Las dosis a utilizar, en principio, es la misma que la administrada para bajar la fiebre. El efecto no es inmediato, hay que dar tiempo. Los analgésicos tardan alrededor de 20 o 30 minutos en comenzar a hacer efecto y llegan a su punto de acción máxima 1-2 horas después. Si este tratamiento no consigue controlar el dolor o este vuelve en cuanto se pasa el efecto del calmante, conviene consultar al pediatra que, además de intentar averiguar la causa, valorará si el niño necesita un calmante diferente o aumentar la dosis. ¿Tratar pronto o esperar? Está muy extendida la falsa creencia de que tratar el dolor puede enmascarar una enfermedad seria. Al igual que ocurre con la fiebre, administrar un analgésico no va a dificultar el diagnóstico de la enfermedad que tenga el niño, ni siquiera una apendicitis. De hecho, un niño que se encuentra dolorido se deja explorar peor y colabora menos. No hay que olvidar que el dolor es una experiencia desagradable y causa sufrimiento. La analgesia da tiempo y mejora el estado del niño; una vez calmado el dolor, se puede ir a visitar al pediatra para saber el origen del mismo y poder curarlo. ¿Los analgésicos tienen efectos secundarios? Los analgésicos, como todos los medicamentos, pueden producir efectos no deseados. La mejor forma de evitar la aparición de estas reacciones adversas es seguir las indicaciones dadas por su pediatra en cuanto a la cantidad a administrar y el intervalo entre toma y toma. Los dos fármacos más utilizados para tratar el dolor – paracetamol e ibuprofeno - son bien tolerados por los niños. Siempre y cuando se administre la dosis adecuada, los efectos secundarios son poco frecuentes. El paracetamol es el más seguro. El ibuprofeno, en ocasiones, puede provocar molestias en el estómago, náuseas, vómitos. Por eso, es más adecuado el paracetamol cuando el niño tiene vómitos o dolor abdominal. Aunque sean seguros, es importante recordar que debe evitarse administrar estas medicaciones cuando no son necesarias. ¿Dónde puedo encontrar más información? Calculadora online de la dosis de jarabe de paracetamol o ibuprofeno en niños

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Dolor torácico en niños

La mayoría de los casos son situaciones benignas El dolor torácico o “de pecho” es un motivo de consulta poco frecuente en urgencias pediátricas, pero genera una gran ansiedad tanto en padres como en niños debido al temor a padecer una enfermedad del corazón. ¿Cuáles son las causas más frecuentes de dolor torácico en niños? La mayoría de los casos son situaciones benignas de origen desconocido (idiopático) o de causa osteomuscular. El dolor torácico idiopático suele presentarse en niños mayores (preadolescentes-adolescentes). Son episodios de dolor intenso, cortos y recurrentes, sin otros síntomas asociados. No se consigue reproducir el dolor a través de ninguna maniobra. El dolor torácico de origen osteomuscular suele ser debido a una inflamación leve de las articulaciones entre el esternón, la clavícula y las costillas. Cede con el reposo y la toma de antiinflamatorios (como el ibuprofeno). Generalmente existen antecedentes de traumatismo o ejercicio intenso. Las molestias empeoran con los movimientos y con la respiración profunda, y el dolor se reproduce con la palpación. Puede persistir meses. Otras causas posibles de dolor en el pecho son: Respiratorias: crisis de asma, neumotórax, neumonías Digestivas: reflujo gastroesofágico, esofagitis, o ingestión de cuerpo extraño Psicológicas: ansiedad o crisis de pánico Enfermedad del corazón: pericarditis, miocarditis, arritmias. Estas causas son muy poco frecuentes. ¿Cuáles son las características típicas de un dolor torácico benigno o que no debe preocuparnos? Suele ser un dolor de corta duración, localizado, de intensidad leve, que aparece en reposo, sin que haya un antecedente de traumatismo o golpe, y que normalmente cesa de manera espontánea. Además, el niño se encuentra bien y el dolor no suele acompañarse de otros síntomas como palpitaciones, taquicardia o algún signo de infección (fiebre). ¿Qué puedo hacer? ¿Cuándo debo consultar? Hay que consultar con el pediatra de atención primaria cuando un niño se queje de dolor torácico, y no ceda de manera espontánea o persista en el tiempo, aunque en la gran mayoría de las ocasiones va a ser una patología benigna. Mientras, es recomendable tranquilizarle y se le puede dar un antiinflamatorio como el ibuprofeno. ¿Son necesarias siempre pruebas complementarias? El pediatra hará una historia clínica y exploración exhaustivas y, en muy pocos casos será preciso realizar pruebas complementarias (electrocardiograma, analítica o radiografías). Solo serán necesarias en aquellas ocasiones en las que el médico observe signos de alarma. ¿Cuáles son los signos de alarma de un dolor torácico por los que debemos acudir a urgencias? Cuando el dolor se acompaña de algún otro tipo de síntoma (fiebre, sudoración, pérdida de conocimiento, dificultad respiratoria, palpitaciones etc.). El dolor es intenso y opresivo (el niño lo refiere como un “gran peso”). El dolor se desencadena durante el ejercicio. Si el niño presenta algún tipo de cardiopatía o enfermedad del corazón ya conocida o asma. Si en la familia existe algún antecedente cardiaco, como miocardiopatía, arritmia o muerte súbita. ¿Cómo se trata? En la mayoría de las ocasiones el dolor torácico va a ser idiopático u osteomuscular, por lo que será suficiente tratarlo con reposo con antiinflamatorios como el ibuprofeno. En el resto, el tratamiento será el de la enfermedad desencadenante.

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Pezón plano e invertido

El contacto piel con piel, un buen agarre de la boca del bebé al mamar y la postura adecuada favorecen el amamantamiento ¿Qué es? La mayoría de las mujeres tienen pezones que protruyen ligeramente cuando están en reposo y se hacen más prominentes al estimularlos. Esto favorece el agarre del bebé. No obstante, algunas mujeres presentan variantes anatómicas que pueden interferir el agarre y que, a veces, necesitan apoyo precoz especializado para conseguir un amamantamiento exitoso. ¿Cuáles son los síntomas? El pezón plano es aquél que, a pesar de la estimulación, apenas cambia su configuración. El pezón realmente invertido (retráctil) tiene en estado de reposo forma de ombligo y se hunde dentro de la areola cuando se estimula. ¿Qué se puede hacer? ¿Cuándo se debe consultar? Ninguna de estas variantes anatómicas contraindica la lactancia. No obstante, pueden dificultar el agarre del bebé, por lo que es importante un asesoramiento precoz tras el nacimiento, para que se inicie la lactancia de forma adecuada. Una vez que el bebé se acostumbre a mamar de ese pecho, ya no tendrá más problemas en el futuro. ¿Cómo se trata? Es muy importante conseguir un buen agarre desde el principio, para evitar dolor y grietas en los pezones. Por ello es recomendable el contacto piel con piel inmediatamente tras el nacimiento y después, el mayor número de horas al día. Con ello se pretende favorecer un agarre espontáneo por parte del bebé, lo que también se puede facilitar si se ofrece al niño el pecho en la posición de crianza biológica, que es la que adoptan instintivamente las crías de los primates para mamar: bebé boca abajo sobre la madre, en contacto directo piel con piel. Cualquier posición que ayude al niño a abrir bien la boca para abarcar más tejido areolar podrá favorecer un agarre adecuado. En algunos casos se puede conseguir si la madre pinza ligeramente la areola en la parte superior e inferior, sin interferir en el agarre, para favorecer la protrusión del pezón y el enganche del bebé. Se puede estimular el pezón de forma manual o con sacaleches, justo antes de la toma, para que el pezón protruya. También se puede exprimir manualmente algo de leche. Es importante no ofrecer tetinas, biberones y otros utensilios que puedan interferir con el aprendizaje del bebé. Existen algunas ayudas complementarias, sin clara evidencia científica de su efectividad: El uso de pezoneras puede ser útil en los casos en los que no se consigue un agarre que permita una succión adecuada. No obstante, es importante intentar retirarlas en el momento en el que el niño se enganche y el pezón protruya. En la mayoría de los casos, una vez que la lactancia está establecida, es posible y recomendable retirarlas definitivamente. Dispositivos que generan vacío en el pezón y ayudan a extraerlo. Pueden ser molestos y ocasionar daño en la piel del pezón. ¿Dónde puedo encontrar más información? Comité de Lactancia Materna. Asociación Española de Pediatría. Manual de Lactancia Materna. 1ª edición. Madrid: Editorial Panamericana; 2009 Alba Lactancia Materna. Barcelona. 2013-2014. Pezones planos e invertidos

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Dolor en las rodillas: enfermedad de Osgood-Schlatter

La enfermedad de Osgood–Schlatter es una de las causas más frecuentes de dolor en las rodillas de los chicos y chicas entre los 10 y 15 años ¿En qué consiste? En la parte alta de la espinilla, es decir, en la cara anterior de la tibia, justo debajo de la rodilla, existe una zona llamada tuberosidad tibial. En los niños con una edad comprendida entre los 10 y los 15 años, esta zona es especialmente delicada, debido a que los huesos aún no han completado su desarrollo. Además, justo ahí, es donde acaba el tendón del músculo de la parte anterior del muslo, el cuádriceps, uno de los más potentes del cuerpo y que usamos para saltar, correr, subir escaleras, caminar… La tracción repetida del tendón sobre esta zona acaba inflamándola y haciéndola muy sensible y dolorosa. ¿Cómo se manifiesta? Después de hacer ejercicio o bien durante el mismo, aparece dolor debajo de la rodilla, sobre todo si el ejercicio incluye saltos, carreras, gimnasia... A veces aparece incluso tras una actividad física moderada. Puede afectar a las dos rodillas o solo a una. Después de unos días o semanas podemos notar un pequeño bulto doloroso al tocar en esa zona. ¿Qué se puede hacer? Para aliviar el dolor se recomienda reposo y utilizar los analgésicos habituales, como el paracetamol o el ibuprofeno. También es útil poner un poco de frio local. ¿Se puede seguir haciendo deporte? En función de la intensidad del dolor será necesario o no el reposo deportivo. Durante el ejercicio se pueden utilizar rodilleras especiales que mantienen esa zona protegida. También se puede consultar con algún profesional fisioterapeuta para aprender ejercicios de estiramiento específicos para esta dolencia o incluso vendajes especiales. ¿Hay que hacer alguna prueba? Generalmente no es necesario si los síntomas son característicos. En casos dudosos, cuando el dolor es independiente de la actividad física, duele por la noche o aparece fiebre habrá que realizar una radiografía de la zona para descartar otros problemas. ¿Cuánto dura? Conforme el niño avanza en su desarrollo y progresa el crecimiento, el hueso se va fortaleciendo y el dolor desaparece, poco a poco.

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Dolor abdominal funcional

¿Qué es? El dolor abdominal funcional es un tipo de trastorno digestivo que se caracteriza por dolores de barriga muy frecuentes y continuados en el tiempo. Se llama funcional porque no está causado por ninguna enfermedad digestiva, ni por otros problemas médicos. Eso no significa que el dolor sea imaginario, se trata de un dolor real que puede afectar a la vida diaria. ¿Por qué se produce? Los mecanismos todavía no se conocen bien. Se considera que se debe a un incorrecto funcionamiento de las relaciones entre el sistema nervioso y el intestino. Influirían factores como la flora intestinal, el sistema inmunitario, situaciones estresantes, una mala regulación de los movimientos intestinales o una hipersensibilidad al dolor. ¿Cuáles son los síntomas? El dolor puede tener cualquier localización dentro del abdomen y puede ser muy intenso e intermitente o bien más suave y continuo. No suele tener relación con las comidas ni con la defecación. Los episodios de dolor ocurren al menos cuatro veces al mes, durante un mínimo de dos meses. ¿Cómo se diagnostica? El diagnóstico se basa sobre todo en una buena entrevista para identificar bien los síntomas y en la exploración física del niño. Dependiendo del tipo de síntomas, a veces se clasifica dentro de un tipo de dolor abdominal funcional específico, como el síndrome de intestino irritable, la dispepsia funcional o la migraña abdominal, cuyo tratamiento puede ser algo diferente. Es importante indagar sobre acontecimientos estresantes que pueden actuar como desencadenantes del dolor. Pueden ocurrir dentro de la familia (conflictos entre los progenitores, muerte de un ser querido, mudanzas...) o en el ámbito escolar (dificultades con los estudios, acoso escolar), aunque a veces resultan difíciles de detectar. Existen algunos signos de alarma que pueden indicar que el dolor no es funcional, sino que tiene causa orgánica (está causado por una enfermedad), aunque deben interpretarse en conjunto con el resto de datos: Antecedentes familiares de enfermedad inflamatoria intestinal, celiaquía o úlcera digestiva Dolor persistente en el lado derecho del abdomen Dificultad o dolor al tragar Vómitos persistentes Sangre en las deposiciones Diarrea por las noches Inflamación de articulaciones Lesiones alrededor del ano Pérdida de peso Estancamiento del crecimiento o del desarrollo de la pubertad Fiebre de origen desconocido Para acabar de descartar que el dolor es de causa orgánica, a veces hay que realizar alguna prueba complementaria: análisis de sangre, orina o heces, pruebas de imagen, endoscopia, etc. Pero no siempre son necesarias y su indicación debe individualizarse para cada caso. ¿Cómo se trata? Este tipo de dolor no suele mejorar con los analgésicos habituales, como el paracetamol o el ibuprofeno. Son importantes los aspectos psicológicos, dando seguridad al niño de que no se trata de un problema grave (aunque puede ser molesto) y acompañándolo durante el dolor. Pueden ayudar medidas sencillas como un suave masaje o aplicando algo de calor en la zona dolorida. En ocasiones puede ser necesario utilizar alguna medicación o realizar terapia psicológica dirigida por profesionales. Es frecuente que con el tiempo el dolor tienda a mejorar por sí solo. ¿Dónde puedo encontrar más información? Sociedad Española de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica. Dolor abdominal funcional (PDF)

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Faringoamigdalitis. Dolor de garganta

Las placas en la garganta no siempre se necesitan tratar con antibióticos ¿Qué es el dolor de garganta? La garganta es la región situada al fondo de la boca, detrás de la campanilla. En Medicina, a la campanilla la llamamos úvula y a la garganta orofaringe. A ambos lados se encuentran situadas las amígdalas. El dolor de garganta puede aparecer por alteraciones de la orofaringe, de las amígdalas o de ambas. El dolor puede tener distintas intensidades y ser continuo o que sólo se produzca al tragar. ¿Cuál es la causa? El dolor de garganta se produce generalmente por infecciones de la garganta causadas por diversos microorganismos. Si la infección afecta a toda la zona, que es lo más habitual, se llama faringoamigdalitis, pero si únicamente están afectadas las amígdalas se llama amigdalitis. Las infecciones por virus son la causa más frecuente de faringoamigdalitis, especialmente en los niños pequeños. Suelen acompañarse de otros síntomas respiratorios como congestión nasal, tos o conjuntivitis. Las infecciones por bacterias están producidas principalmente por una bacteria llamada estreptococo. Son más frecuentes en niños mayores de 3 años, no suelen acompañarse de síntomas catarrales y el dolor al tragar, conocido como odinofagia, es un síntoma principal. Suelen cursar también con fiebre elevada, vómitos, dolor de cabeza, dolor abdominal y ganglios cervicales inflamados. Otras causas de dolor de garganta pueden ser que el niño tenga un cuerpo extraño, como una espina, o un traumatismo con cualquier objeto que pudiera alcanzar la orofaringe, como por ejemplo un lápiz. Generalmente, los niños negarán la introducción voluntaria de un cuerpo extraño en la boca, por lo que es importante insistir, con empatía, en esta posible causa del dolor de garganta. ¿Cuáles son los síntomas de la faringoamigdalitis? El dolor en la garganta es el síntoma principal. Se puede producir dificultad para tragar, una reducción voluntaria de la ingesta de alimentos para evitar el dolor y, a veces, babeo. Como se ha comentado anteriormente, y en función del origen vírico o bacteriano de la infección, la odinofagia se puede acompañar de síntomas catarrales, fiebre, dolor de cabeza, dolor de tripa, ganglios del cuello o debajo de la mandíbula inflamados (y muchas veces dolorosos al tacto), vómitos y sensación de cansancio. Las infecciones víricas suelen permitir, en general, que el niño mantenga una actividad relativamente normal, mientras que las bacterianas pueden producir una mayor alteración del estado general. Al mirar directamente la faringe con una luz,se podrá ver un enrojecimiento de la garganta y las amígdalas, acompañado o no de puntos o placas blanquecinas. La presencia de estas placas en las amígdalas puede ocurrir tanto si la causa es un virus o una bacteria. En ocasiones, la faringoamigdalitis se acompaña de una erupción generalizada en la piel. Ésta es más frecuente en la infección por estreptococo y también en la infección por el virus de la mononucleosis . ¿Cuándo debo acudir al médico? Se recomienda consultar con el pediatra si hay fiebre, importante dolor de garganta, vómitos o erupción generalizada. También si el niño se niega voluntariamente a ingerir líquidos, pues existe riesgo de deshidratación. ¿Qué complicaciones pueden aparecer? Por suerte, las complicaciones son excepcionales. La más grave sería la fiebre reumática, cuando la faringoamigdalitis es por estreptococo y no ha sido tratada. Debe descartarse esta complicación sobre todo si existen antecedentes familiares o personales de fiebre reumática. Otra complicación, en caso de infección bacteriana, sería la formación de un absceso en las amígdalas. Éste suele provocar fuerte dolor de garganta y de cuello, con tortícolis, fiebre elevada y afectación general. Suele requerir un drenaje quirúrgico. ¿Cómo se puede prevenir? Resulta difícil la prevención, y más en la edad infantil, pues el contagio se produce a través de la vía respiratoria por tos, besos o respiración próxima entre las personas. También puede transmitirse la infección a través de las manos, después de tocar un objeto contaminado por otra persona infectada. Por eso, el lavado frecuente de manos es importante en la prevención de todas las infecciones respiratorias. Sin duda alguna, todas las medidas tomadas durante la pandemia de Covid-19 favorecen la disminución de la transmisión de esta enfermedad. ¿Cómo se trata? Las infecciones víricas no tienen tratamiento específico y sólo se dan analgésicos para el dolor de garganta, aunque éste es muy difícil de evitar en la mayoría de los casos. Si se sospecha que la causa es el estreptococo, el médico podrá realizar una sencilla prueba rápida para poder confirmarlo, cuyos resultados estarán disponibles en unos minutos. En caso positivo, se pautarán antibióticos orales, generalmente penicilina o amoxicilina durante 10 días. En casos de intolerancia oral por vómitos, o que el niño no quiera tomar la medicación, se podrá administrar también una inyección de penicilina. Además del tratamiento con analgésicos, durante los días de enfermedad es recomendable que el niño tome alimentos blandos y líquidos a temperatura templada.

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Dolor en niños. Decálogo de la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas

Los niños también sufren dolor. ¿Qué hacer? ¿Qué es el dolor? Es una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada a un daño tisular real o potencial, o que se asemeja a él. En esta sensación subjetiva influyen factores psicológicos y emocionales que la modulan. Ante la importancia de ello en los niños, la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas (SEUP) por medio de su grupo de analgesia y sedación ha creado un decálogo, que nos parece puede ser de ayuda a las familias: Los niños, incluidos los bebés pueden tener dolor. Se sabe que también el feto es capaz de sentir dolor desde la semana 24 de gestación. Un mismo estimulo doloroso puede generar un dolor diferente en distintos niños. No negar o minimizar el dolor de los niños. El dolor no tratado a esta edad temprana tiene consecuencias tanto psicológicas como fisiológicas y puede hacer que estímulos dolorosos futuros desencadenen más dolor. Se puede medir el dolor en los niños. El autoinforme del dolor es lo más adecuado para niños lo suficientemente mayores como para hacerlo. En los más pequeños existen escalas validadas para evaluar los diferentes niveles de dolor. El estrés y la ansiedad aumentan la percepción del dolor. Los niños con frecuencia no han tenido esas experiencias previas y ante un estímulo doloroso tienen menos estrategias de afrontamiento. En ocasiones el miedo a lo desconocido puede magnificar este dolor. Debemos ayudarles a que se sientan seguros mediante nuestras palabras y nuestro comportamiento. Existen métodos NO farmacológicos para ayudar a aliviar el dolor. El control del dolor y la ansiedad que conlleva es un desafío que exige creatividad y capacitación continua de las personas o cuidadores. La distracción, el dar o recibir determinada información, la relajación o los masajes pueden aportar beneficios para aliviar el dolor en muchas ocasiones. Hay medicinas que se pueden administrar en casa para tratar el dolor. Los analgésicos (paracetamol e ibuprofeno) pueden y deben usarse para manejar el dolor en los niños. Cúal usaremos, estará en función del nivel de dolor o de si es o no de carácter inflamatorio. Administrados de forma adecuada, a las dosis indicadas y sin abusar de ellos, son seguros y bien tolerados.El metamizol lo reservaremos para dolores cólicos o tras intervenciones quirúrgicas y siempre se debe usar bajo recomendación del pediatra y en ciclos cortos.Tratar el dolor no supone que no consultemos al pediatra. Deberemos consultar tanto si persiste el dolor a pesar del tratamiento como si aparecen características del dolor que nos preocupen. No esperar a que el niño tenga un dolor moderado-intenso para tratar el dolor. Nadie puede saber mejor que la familia cuándo el niño tiene dolor, pero no es fácil decir cuánto. Todo dolor no tratado a tiempo provoca reacciones negativas en el cuerpo que pueden empeorar la evolución de la enfermedad y generar en el niño emociones negativas (miedo, estrés) que aumentan el dolor.Los fármacos para el dolor (analgésicos) administrados por boca tardan al menos 30 minutos en comenzar a hacer efecto, y su máxima acción es a la 1-2 horas. Por ello, es importante que se administre un analgésico en cuanto el niño diga que tiene dolor, o cuando su comportamiento sugiera que lo tiene. El tratamiento del dolor no enmascara la enfermedad que pueda presentar el niño. Este es uno de los mitos más extendidos durante años y no existe ninguna evidencia científica para esta práctica. Por ello, no se debe retrasar el tratamiento del dolor. Un dolor agudo mal gestionado, en ocasiones se puede convertir en crónico. En ocasiones por miedo a los efectos secundarios o a que se habitúen a ellos, se administran dosis inferiores a las efectivas, menos veces de las necesarias o fármacos no adaptados al tipo ni la intensidad del dolor, y esto puede llevar a que un dolor agudo pueda convertirse en uno crónico.La prevalencia del dolor crónico se infraestima en la infancia. Su origen es diverso, así como las consecuencias en la vida diaria de los niños que lo padecen.El tratamiento del dolor crónico ha de ser supervisado por profesionales médicos con experiencia que realizará una evaluación específica y un tratamiento multimodal (farmacológico, psicológico y con terapias adyuvantes). En ocasiones se tiene que solicitar ayuda de un profesional. La mayoría de las veces el dolor en los niños es debido a causas banales, será transitorio y no indicará problemas importantes, pero los padres han de estar alerta pues, en ocasiones, pueden ser el síntoma de una enfermedad subyacente que hace que en ocasiones pueda precisar una valoración médica. Se debe acudir a urgencias: Ante un dolor, de cualquier localización, muy intenso, contínuo, que empeora con el tiempo o que no responde a los analgésicos habituales. Si el niño tiene afectación del estado general y esta decaído, pálido o sudoroso o si asocia síntomas importantes como fiebre y dolor de nuca, vómitos repetidos, verdosos o con sangre o deposiciones negras o con sangre. Si el dolor se localiza en un testículo o en la parte inferior derecha del abdomen. Si el dolor aparece después de un golpe importante en la cabeza o el abdomen. Si el niño ha sido operado con anterioridad o si padece algunas enfermedades crónicas, como drepanocitosis o bien ha sufrido un traumatismo y tiene trastornos de la coagulación. Se aconseja consultar con su pediatra de atención primaria si: Es un dolor no muy intenso pero recurrente y que aparece con frecuencia. Despierta al niño por las noches o interfiere con su actividad habitual (actividades escolares, juegos...) apareciendo en cualquier momento de la semana o del día. Cuando hay síntomas a otros niveles: dolor de articulaciones, tos, molestias al orinar, lesiones en la boca, vómitos, cambios de carácter, adelgazamiento, debilidad, cansancio... Existe dolor de extremidades pero que afecta solo a una extremidad, localizado siempre en el mismo lugar.

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Tetanalgesia: quitar el dolor dando el pecho

Es una propiedad muy beneficiosa, no suficientemente aprovechada, de la lactancia materna, que resulta en un remedio natural eficaz frente al dolor ¿Qué es la tetanalgesia? Tetanalgesia es un término creado, medio en broma medio en serio, para designar uno de los efectos de la lactancia natural y su aplicación como medida de analgesia no farmacológica (sin medicamentos). Consiste en aprovechar el efecto de alivio del dolor (analgesia) y de consuelo que tiene el amamantamiento, cuando se realizan pruebas o maniobras médicas dolorosas en los bebés, como la prueba de talón en los recién nacidos, vacunaciones, extracciones sanguíneas para análisis, etc. ¿Es una técnica novedosa? En realidad es algo que se conoce desde hace siglos y que las madres que dan el pecho a sus hijos practican habitualmente, conocedoras de que amamantar no solo alimenta, sino que reconforta y provoca un especial efecto balsámico en su bebé o niño pequeño. ¿Qué consecuencias tiene? Para el bebé: consuelo, alivio aparente e inmediato del dolor. Para la madre: actitud activa ante los problemas de su bebé, con sensación de servir de ayuda y consuelo directo para su hijo. Aumento de la confianza en su capacidad para el cuidado de su hijo y en la lactancia natural. Para el personal sanitario: en el caso de los recién nacidos, facilita la supervisión de una toma para verificar la técnica de amamantamiento y así corregir posibles errores y reforzar a la madre. Para el vecindario: promoción de la lactancia materna en la comunidad... que todo se cuenta. ¿Cómo se realiza la técnica? Se pone al niño a pecho poco antes de realizar la punción o la técnica dolorosa. Cuando esté bien enganchado y mamando eficazmente, se lleva a cabo la acción molesta. Y ya está, ¡así de fácil! ¿Qué efectos secundarios tiene la tetanalgesia? Ninguno. Todos son efectos beneficiosos.

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Crecimiento en los niños

La valoración del crecimiento de un niño es un indicador muy sensible de su estado de salud y bienestar El crecimiento es el proceso biológico más característico de la infancia. Se inicia en el momento de la fecundación del óvulo y se extiende hasta el fin de la maduración de los huesos y del desarrollo sexual, lo que ocurre habitualmente, hacia el final de la segunda década de la vida. No representa solamente un aumento del tamaño del cuerpo, sino que conlleva una maduración progresiva de todos los órganos y sistemas que conduce al individuo a adquirir una capacidad funcional completa. ¿Los niños crecen siempre lo mismo? La velocidad a la que crecen los niños no es constante a lo largo de la infancia y puede variar mucho, incluso en periodos de tiempo muy cortos. Generalizando, en el proceso normal de crecimiento de un niño se pueden observar tres periodos claramente diferentes en lo que se refiere a la velocidad del crecimiento (centímetros que se crecen por año): Un periodo de gran crecimiento hasta los dos o tres años de vida. Otro de crecimiento más lento y estable desde esa edad hasta el inicio de la pubertad. Y por último un periodo de gran crecimiento en la época puberal, coincidiendo con el llamado “estirón”. En intervalos de tiempo cortos, como pueden ser meses o años, los niños no crecen tampoco a un ritmo constante; es decir, si un niño crece 6 cm en un año, eso no quiere decir que crezca 0,5 cm por mes. Puede no crecer apenas en varios meses y luego crecer mucho en 1 o 2 meses, compensando así los meses de “parón”. Se suele crecer más en primavera y verano que en otoño e invierno (variaciones estacionales) y se han observado, también, periodos intercalados de crecimiento más rápido o más lento que se suceden aproximadamente cada dos años (variaciones cíclicas). Todo ello hace que el intervalo de tiempo mínimo para valorar el ritmo de crecimiento de un niño deba ser de al menos 6 meses y preferiblemente, de un año. Pero, en ocasiones, puede ser necesario esperar dos o incluso tres años para poder estar seguros de si el crecimiento de un niño es normal o no. ¿Cómo crecen los niños antes de la pubertad? El intervalo entre los 3 años y el inicio del estirón puberal es el periodo de tiempo en el que los niños crecen de una forma más estable. Hay una disminución progresiva del ritmo de crecimiento que se observa desde el momento del nacimiento y que es especialmente marcada durante el 2º y 3er años de vida y continúa de forma más lenta a lo largo de todo el periodo prepuberal. Durante la mayor parte de este tiempo, la velocidad de crecimiento se mantiene entre 5 y 7 cm al año y la ganancia de peso en unos 2-3 kilogramos por año. Justo antes de que se inicie el estirón puberal, la velocidad de crecimiento alcanza su punto más bajo (4,5-5 cm al año). Este fenómeno, por otra parte normal, conocido como la depresión prepuberal de la velocidad de crecimiento, se nota especialmente en los niños que maduran tardíamente, que pueden llegar a crecer tan poco como 2-3 cm al año en las fases inmediatamente previas al estirón puberal. El crecimiento durante el periodo prepuberal afecta proporcionalmente más a las extremidades que al tronco y el aumento del tamaño de la cabeza (perímetro cefálico) es muy escaso por lo que el aspecto de los niños durante este periodo se hace más esbelto. ¿Se puede alterar el patrón del crecimiento? Sí, se puede ver modificado o alterado por enfermedades (deficiencias hormonales, enfermedades crónicas) o situaciones anómalas (prematuridad, abandono, falta de cariño), pero también por variaciones individuales completamente normales, como serían entre otras: El sexo: El crecimiento y la maduración de los niños y niñas es diferente. Las niñas comienzan la pubertad habitualmente entre los 9 y los 11 años de edad y rápidamente inician el estirón puberal, mientras que los niños lo hacen entre los 12 y los 13 años y tardan alrededor de un año en iniciar el estirón. El potencial genético de crecimiento (tallas familiares altas o bajas) ya que la talla es un rasgo hereditario y, por tanto, está determinada genéticamente. En condiciones normales, alrededor del 80 % de la talla adulta es atribuible a factores genéticos. El ritmo madurativo del niño (maduradores tempranos o tardíos) que también está genéticamente determinado y es responsable, entre otros aspectos, de cómo crece un niño, cuándo inicia la pubertad o cuándo termina de crecer ¿Qué enfermedades pueden alterar el crecimiento de un niño? Las enfermedades agudas (catarros, gastroenteritis, infecciones urinarias...), salvo que sean muy reiterativas y se sucedan a lo largo de meses o años, no suelen alterar el crecimiento. Por el contrario, las enfermedades crónicas (enfermedades cardíacas, renales, del aparato digestivo o respiratorias...) sí pueden hacerlo. Cuando la enfermedad se cura o simplemente mejora, existe la capacidad de recuperar, parcial o totalmente, la talla perdida durante ese periodo. Es lo que se denomina “crecimiento de recuperación”. En general, cuanto más precoz, grave y prolongada sea la enfermedad menos posibilidades hay de que ese “crecimiento perdido” pueda recuperarse completamente. Por otra parte, parecen existir ciertos periodos de tiempo, denominados como “críticos” o “de ventana”, durante los cuales la pérdida de crecimiento no sería fácilmente recuperable, lo que afectaría definitivamente a la talla adulta. Estos periodos “críticos”, corresponderían a los momentos de máximo ritmo de crecimiento, como es el caso de la pubertad y especialmente el periodo fetal y el primer año de vida. ¿Cuál es el papel de la hormona de crecimiento? Es el principal regulador hormonal del crecimiento desde el nacimiento, pero no obstante, los niños con talla baja por falta de hormona de crecimiento son muy pocos y representan menos de un 1 % de los niños con talla baja La hormona de crecimiento es sintetizada en la hipófisis, una glándula localizada en el centro del cerebro y asentada en la silla turca, una concavidad ósea. Se libera a la sangre no de forma continua sino pulsátil y preferentemente durante las primeras horas del sueño nocturno. Esta hormona es capaz de estimular directamente el crecimiento de los huesos, aunque la mayor parte de su acción estimulante del crecimiento la lleva a cabo induciendo la síntesis de otras sustancias estimulantes del crecimiento conocidas como factores de crecimiento. Pero no es la única hormona que controla este proceso, sino que es necesario todo el sistema hormonal en su conjunto (insulina, hormonas tiroideas, andrógenos, estrógenos, glucocorticoides, leptina, paratohormona, vitamina D) En resumen, debido a la multitud de factores genéticos y ambientales implicados en el proceso normal de crecimiento y la necesidad de que “todo funcione bien” hacen que la valoración del crecimiento de un niño sea un indicador muy sensible de su estado de salud y bienestar, y constituya una parte importante del control y seguimiento del niño por parte de su pediatra.

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Golpes en los dientes

Ante un golpe en los dientes: mantener la calma, lavar suavemente la boca con agua y observar qué daños se han producido Los golpes en los dientes pueden ocurrir por una caída accidental mientras juegan y también mientras practican diferentes deportes. Pueden ser golpes contra objetos contundentes como balones, postes de porterías, el borde de una mesa… y también el codo o la cabeza de un compañero de juegos. ¿Hay niños con más riesgo de traumatismo dental? Existe un tipo de maloclusión dental que aumenta mucho la predisposición a los traumatismos dentales, se trata de la maloclusión llamada de clase II. Es muy frecuente y consiste en que la arcada dental superior está adelantada sobre la inferior, de modo que los dientes centrales superiores quedan muy desprotegidos y se pueden fracturar con cierta facilidad. ¿Qué tipos de lesiones dentales se pueden producir por un golpe? Hay dos tipos principales de lesiones accidentales en los dientes: Las fracturas dentales: el diente se ha roto en una pequeña o gran parte (en casos graves puede afectarse también el hueso que soporta al diente). Las luxaciones dentales: el diente no se ha roto, pero se mueve o se ha desplazado. Las luxaciones dentales, a su vez, se dividen en varias clases, según que el diente se haya desplazado hacia adentro, hacia afuera, se haya incrustado en la encía o se haya desprendido parcial o totalmente. Este último caso es lo que se llama avulsión del diente. ¿Qué pueden hacer los padres, profesores o cuidadores de los niños en los primeros momentos? Ante todo, mantener la calma, lavar la boca suavemente con agua y observar qué daños se han producido. La situación que más preocupa, de forma inmediata, es la de la avulsión dental (el diente se ha desprendido totalmente de la encía). Es muy diferente lo que tenemos que hacer si se trata de un diente de leche o un diente definitivo: En dentadura de leche NO se debe intentar recolocar el diente, pues se puede dañar el germen del diente definitivo (que aún se está formando). En dentadura definitiva: Si el diente está limpio, se recomienda cogerlo por la parte más externa e implantarlo suavemente enseguida en su lugar. Si el diente está sucio o nadie si se atreve a reimplantarlo, se ha de trasladar en suero fisiológico o leche (también puede servir la saliva en la boca de un adulto o el líquido de conservar lentillas), mejor con hielos alrededor. No se debe trasladar en seco y tampoco es adecuada el agua. Es importante no frotarlo para no eliminar la parte viva, la pulpa, y sobre todo el ligamento periodontal, necesario para la supervivencia del diente. Hay que acudir a un dentista o a un centro sanitario lo antes posible, mejor antes de 30 o 60 minutos. Cuanto antes se realice la reimplantación, más posibilidades hay de que no se malogre el diente. ¿Hay que ir siempre urgentemente al dentista? Si se ha fracturado el diente y tenemos el fragmento roto, hay muchas posibilidades de que el dentista lo pueda pegar si se lleva en suero fisiológico, leche… lo antes posible. En otros casos, si no ha habido avulsión y no se aprecian lesiones importantes, no se requiere tratamiento de urgencia, pero siempre es conveniente acudir posteriormente al dentista, ya que puede haber lesiones menos apreciables en el primer momento, que pueden necesitar un tratamiento posterior. ¿Qué otras medidas hay que tomar? Es importante una higiene de la boca muy suave en los siguientes días después del traumatismo, con enjuagues frecuentes con suero salino fisiológico si el niño es capaz de hacerlos. Darle al niño analgésicos como para cualquier otro dolor. Hay niños a los que se les habrá indicado tomar antibióticos o aplicar antisépticos en las heridas de la boca. Ofrecerle alimentos de consistencia blanda durante una semana, sin azúcares ni ácidos, animándole a comer utilizando los dientes que no hayan sufrido en el traumatismo. Todos los golpes dentales deben ser valorados posteriormente por el dentista.

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Adicción a las nuevas tecnologías en los niños

El mal uso y abuso de las tecnologías puede llegar a suponer un serio problema en determinados casos Por primera vez los niños son nativos digitales y la tecnología digital se ha convertido en una necesidad para todos. Los niños la utilizan no sólo como entretenimiento y diversión, sino también como comunicación y fuente de información. Se emplean a diario en los colegios y las tareas escolares, formando parte de su vida cotidiana desde edades muy tempranas. ¿Es muy frecuente? No se conoce la prevalencia real. Se sabe que más de un 15% de la población adolescente hace un uso problemático del móvil, aunque la tendencia es progresivamente al alza y cada vez más preocupante. ¿Cuáles son los riesgos del uso de las pantallas y tecnologías? Las nuevas tecnologías tienen muchas ventajas, pero pueden llegar a suponer un serio problema en determinados casos: Niños que hacen un mal uso en lugares o momentos inadecuados: mientras comen o en la cama antes de dormir. Niños que las utilizan más tiempo del adecuado para su edad. Los niños menores de dos años no deberían utilizarlas. Según las nuevas recomendaciones de los expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) a los 2 años podrían comenzar a pasar tiempo delante de una pantalla, como televisión o videojuegos, pero nunca más de una hora, algo que también se recomienda en niños de3 a4 años.Para niños mayores de 5 años no se deberían sobrepasar las dos horas diarias, con la regla de “cuanto menos, mejor”. Niños y adolescentes que sufren una verdadera adicción a las mismas. El mal uso y abuso de las tecnologías se han relacionado con los trastornos de sueño, y consecuentemente con problemas de rendimiento académico y falta de atención. Asimismo, existe una relación directa y paralela entre el abuso de las tecnologías y el aumento de la obesidad y el sobrepeso en la población infantil, pues va en detrimento del tiempo dedicado a jugar al aire libre, hacer deporte o ejercicio físico. Los niños son cada vez más sedentarios. Otro riesgo que puede existir es el acceso a contenidos indeseables para su edad, así como el riesgo de sufrir cyberbullying, que sería incluso más grave que cualquier otro tipo de bullying por la expansión inmediata y sin control que supone la red. ¿Qué actitud hay que tomar? Lo primero tomar conciencia de la posibilidad de que exista un problema. Actualmente se recomienda un uso racional, priorizando las obligaciones y diferenciando entre días de colegio y festivos. Controlar el tiempo que el niño está delante de las pantallas. Se desaconseja cualquier tipo de pantalla electrónica en la cama antes de conciliar el sueño nocturno, pues se sabe que la luz y el tipo de ondas que emiten son estimulantes, independientemente de cuál sea el contenido. Los adultos deben dar ejemplo, haciendo un uso adecuado y responsable de las tecnologías, prestando especial cuidado cuando se comparta tiempo con los niños. ¿Cómo se puede detectar este tipo de adicción? Se debe sospechar ante un cambio en la conducta y en el carácter del niño o el adolescente, aparición de conflictos con las personas cercanas, dificultad en las relaciones sociales o bien cambios en la manera en la que afrontan el disfrute de la vida y el aburrimiento. Ante cualquier sospecha, sería recomendable solicitar ayuda a los profesionales cuanto antes.

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Artritis en los niños

En la artritis la articulación afectada se hincha, molesta o duele y se produce una disminución de la movilidad Cuando se dice que un niño tiene una artritis, con frecuencia se escucha ¿pero los niños tienen artritis? ¿Eso no es de las personas mayores? Lo primero es diferenciar artritis de artrosis. Esta última se ve en las personas mayores por degeneración de las articulaciones. La artritis, en cambio, puede aparecer a cualquier edad. ¿Qué es una artritis? Una artritis es la inflamación de una articulación. Las artritis de los niños son diferentes de las de los adultos; existen dos tipos principales. Las más frecuentes son las artritis infecciosas, que aunque pueden aparecer a cualquier edad son más habituales en niños pequeños, en general por debajo de los tres años. En los niños algo mayores, aunque no exclusivamente en ellos, se pueden producir artritis crónicas, lo que significa que la inflamación va a persistir en el tiempo, durante 1 mes o más. En la mayoría de los casos la causa de este tipo de artritis es desconocida y por ello suele recibir el nombre de artritis idiopática (de causa desconocida) juvenil. Ninguna de las dos formas es frecuente, por lo que lo más probable cuando un niño se queje de dolor de una articulación, cojee o se le hinche es que la causa sea otra, como por ejemplo, un golpe o una torcedura que pueden haber pasado desapercibidos en los más pequeños o una inflamación de la piel y no realmente una artritis. ¿Cuáles son los síntomas? En la artritis se produce hinchazón de la articulación afectada, dolor y disminución de la movilidad. El dolor puede ser muy intenso y suele limitar totalmente el movimiento en el caso de las infecciones. En general resulta mucho más leve en las artritis crónicas de los niños, hasta el punto de que no se quejan o se quejan poco y solo notamos cojera o falta de actividad por las mañanas. Cuando afecta a las articulaciones de las piernas (caderas, rodillas, tobillos) lo más frecuente es la aparición de cojera. En algunas articulaciones que están muy profundas, como la cadera, aunque existe también hinchazón, no es apreciable desde el exterior, y el niño solo se queja de dolor, que a veces localiza en el muslo o la rodilla, cojea o se niega a caminar y, al tumbarle, pone una postura característica, flexionando la cadera y girando la pierna hacia afuera para estar más cómodo. Aunque no siempre es así, las infecciones suelen acompañarse además de fiebre. ¿Cuándo se debe consultar? Siempre que se observe que una articulación está hinchada, el niño se queje de dolor o rechace moverse o caminar se debe consultar al pediatra. Si además tiene fiebre o está muy afectado, no se debería demorar la consulta, puede ser una infección articular y el inicio precoz del tratamiento logrará una recuperación mejor y más rápida. ¿Cómo se diagnostica? Casi siempre que el médico sospeche una artritis va a solicitar algunas pruebas como un análisis de sangre, una radiografía o una ecografía. Con frecuencia es necesario extraer un poco de líquido de la articulación para analizar sus características y para cultivarlo, de manera que si es una infección se pueda encontrar el germen causante y emplear así el tratamiento antibiótico más adecuado. Si existe pus en la articulación, el solo hecho de su evacuación va a contribuir a la curación de la infección y a mejorar los síntomas. Para realizar esta técnica, que es muy sencilla y no muy diferente del pinchazo con el que se hace un análisis de sangre, se suele utilizar anestesia local o una sedación ligera que evitarán el dolor que pueda causar y, sobre todo, la angustia del niño. ¿Cómo se trata? La artritis de causa infecciosa se trata con antibióticos. En la mayoría de los casos el tratamiento se inicia en el hospital por vía intravenosa y se completa en casa de forma oral, cuando el niño mejora. También puede ser necesaria una intervención quirúrgica urgente para eliminar el pus de la articulación y favorecer así la recuperación. Esto es más frecuente en las infecciones de la cadera. En el caso de las artritis crónicas, los tratamientos son muy variables. Con frecuencia se comienza con antinflamatorios como el ibuprofeno, pero en la mayoría de los casos los niños reciben otros medicamentos que frenan más la inflamación y el daño de la articulación a largo plazo. A veces estos fármacos se administran directamente en la articulación, mediante un pequeño pinchazo, lo que se llama infiltración. ¿Dónde puedo encontrar más información? Sociedad Española de Reumatología Pediátrica

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